Actualmente, el concepto de biopolítica es utilizado en variados contextos académicos y como herramienta metodológica de análisis, para problematizar sobre asuntos heterogéneos como, por ejemplo, los conflictos políticos internacionales, las implicaciones éticas del neoliberalismo en el proceso de subjetivación, las formas de explotación contemporáneas, las ideologías racistas, las políticas genocidas, los problemas ecológicos y territoriales, las tecnologías digitales y biotecnologías, entre otros (Lemke, 2013). Como eje fundamental del diálogo, vamos a encontrar diferentes perspectivas sobre la noción biopolítica. Este concepto se ha establecido después de la obra de Michel Foucault (1977) y, con el aporte de varios pensadores y académicos en diversos países, como un campo de problematización que involucra el entrecruzamiento discursos y disciplinas del conocimiento heterogéneas. En términos generales, se podría afirmar, que la biopolítica reflexiona sobre las estructuras jurídicas y políticas que intervienen sobre la vida en general de la población y los territorios, produciendo formas de ser y comportamientos que se despliegan en un orden social y cultural específico. La cuestión biopolítica se remite a: ¿cómo entra la vida humana en general a ser parte de unas relaciones de poder y a un orden jurídico específico? ¿cómo se gobierna la vida a partir de la legitimación de prácticas y estrategias políticas de horror que producen modelos de conducta?