Abstract
Los seres humanos tenemos comportamiento, cognición y emociones, gracias a que somos animales. Sin em-bargo, durante milenios, la psicología filosófica occidental se vio atrapada en un miope solipsismo. Por ejemplo, en el dualismo cartesiano, los seres humanos se distinguieron de los animales justamente por su capacidad de pensamiento consciente (res cogitans), mientras que los animales se restringieron a ser concebidos como má-quinas fisiológicas (res extensa) que funcionan por reflejo.
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